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El fantasma de la generación Z recorre el mundo con su propia estética de lucha

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El fantasma de la generación Z recorre el mundo con su propia estética de lucha

Un fantasma recorre el mundo y es la Generación Z y su particular forma de protesta, que más que presentarse bajo nuevos formatos de lucha callejera, se basa en una estética juvenil que ha cambiado las camisas del Ché Guevara y las banderas rojas del socialismo, por un sombrero de paja y la bandera pirata del animado japonés One Piece. Sus manifestaciones alertaron al mundo cuando el 9 de septiembre propiciaron la dimisión del primer ministro Khadga Prasad Sharma Oli.

Mientras ardía Katmandú, en paralelo ocurrían marchas similares en Indonesia, donde jóvenes protestaron de manera masiva y recurrente durante varias semanas, debido al atropello de un joven repartidor por un blindado policial. Pero el telón de fondo obedecía al malestar causado por el aumento de salario de los legisladores.

Anteriormente, en Filipinas, un movimiento juvenil mantuvo las movilizaciones como reacción a un escándalo de corrupción por el desvío de fondos que debían usarse en el desarrollo de infraestructura para el control de inundaciones. La presión obligó a la dimisión de altas figuras políticas como los presidentes del Senado y de la Cámara Baja.

La tozudez ha sido una característica común en todas las manifestaciones a escala global y es también parte del espíritu que rodea a la obra maestra que dota de ética y estética al movimiento: el animado en cuestión, cuya simbología hemos visto en todas estas protestas a lo ancho del mundo.

Cuando todo parecía un verdadero fenómeno asiático, una réplica en Perú dio muestras de que se trataba de un movimiento global. Jóvenes protestaron un fin de semana completo contra una reforma de pensiones que limitaba a los menores de 40 años a retirar un 95,5% de su fondo al jubilarse.

La presidenta de Perú, Dina Boluarte, acostumbrada a reprimir manifestaciones y no ceder ante las presiones, tuvo que hacer modificaciones a la medida y derogó la disposición sobre el retiro. Sin embargo, las manifestaciones siguieron.

Y es que la tozudez ha sido una característica común en todas las manifestaciones a escala global y es también parte del espíritu que rodea a la obra maestra que dota de ética y estética al movimiento: el animado en cuestión, cuya simbología hemos visto en todas estas protestas a lo ancho del mundo.

Otra réplica latinoamericana ocurrió en Paraguay, el último fin de semana de septiembre, como respuesta a escándalos de corrupción relacionados con el presidente Santiago Peña, cuyo gobierno desató una fuerte represión en las calles y una vigilancia digital inusitada.

Desde el fin de semana pasado, las protestas de la Gen Z llegaron a África, concretamente a Marruecos, en reclamo por la mala gestión de los servicios, específicamente cuando murieron al menos ocho mujeres embarazadas en un hospital público en Agadir. Mientras tanto, según denuncian los manifestantes, el presupuesto público se traslada a las obras relacionadas con la Copa África 2025 y con el Mundial de Fútbol 2030.

Varias ciudades se vieron conmovidas por las protestas, lo que muestra que no es un evento localizado, sino extendido geográfica y temporalmente, porque la noche del martes las movilizaciones vivieron su momento de mayor radicalización con la quema de comisarías.

La réplica africana se vivió también en la isla de Madagascar, donde las manifestaciones juveniles comenzaron en reclamo contra apagones y falta de agua y se han extendido varios días.

Caracterización 

Aunque las manifestaciones han explotado por situaciones concretas y disímiles según cada país, y con causas no tan diferentes a las protestas de otros movimientos anteriores, hay algunos puntos en común que están caracterizando este oleaje en pleno desarrollo. Uno es el simbólico: la utilización de las imágenes y distintivos del animé japonés, que data de finales del siglo pasado, pero que está teniendo su mayor impacto en la esfera política en este 2025.

Uno de los elementos comunes es el simbólico: la utilización de las imágenes y distintivos del animé japonés, que data de finales del siglo pasado, pero que está teniendo su mayor impacto en la esfera política en este 2025.

En este ciclo de protestas ya no ondean los estandartes rojos de la izquierda, sino la bandera pirata de One Piece; ya las camisas no llevan la efigie del Che Guevara, sino la de Monkey D. Luffy, el protagonista de la serie que lucha por la libertad en contra del 'Gobierno Mundial'.

El distintivo principal es un sombrero de paja que representa la rebeldía y la humildad. Ya el discurso del socialismo no es lo que amalgama estos movimientos, sino uno de tipo libertario, en contra de la autoridad sin auctoritas, de la corrupción y de la injusticia, que da cuenta de perseguir unos fines concretos y luchar hasta el final, de manera porfiada, hasta obtenerlos, como ocurrió en Nepal y en otros países. Ese tesón muestra que no solo hay una distinción estética, sino también ética, en tanto no plantean llegar o compartir el poder (no son militantes de partidos ni aspiran a ser diputados o alcaldes), sino luchar contra él cuando toma formas de arbitrariedad y reproduce la injusticia.

La Generación Z es la nacida entre 1997 y 2013. Son quienes protagonizan los movimientos estudiantiles actualmente, pero los manifestantes no son solo alumnos: también hay muchos trabajadores jóvenes precarizados. Y es una generación que no tiene grandes opciones de avance socioeconómico. Se sienten abandonados por el sistema.

Desde su óptica, las propuestas socialistas entran dentro de la curva del declive político. Ven a la izquierda tan vetusta como la derecha, como otro discurso más del mismo sistema. Y, por lo tanto, sus ideas no persiguen un modelo político o ideológico, sino más bien una épica contra la injusticia.

La Generación Z no solo está desinteresada en la política tradicional, sino que está redefiniendo el activismo, utilizando su propia cultura pop como arma. Aunque los detonantes son locales, el sentimiento es universal: la juventud está harta y está izando una bandera pirata para declarar su guerra por 'la libertad' y un futuro justo, navegando contra lo que en la serie se llama el 'Gobierno Mundial', que afecta su propia realidad.

La Gen Z defiende la libertad digital a ultranza y tratar de intervenir en ella es la 'línea roja' que solo genera mayor ira, como lo intentó el premier nepalí dos días antes de su supuesto derrocamiento. Discord, red de comunidades de gamers, es la más utilizada para organizarse, y TikTok para masificar los mensajes. Ya esta generación no necesita de los medios masivos tradicionales para transmitir su mensaje: son autogestionarios, comunicacionalmente hablando.

Esta ola de protestas con estas características y el uso de la bandera de One Piece no es una coincidencia de eventos inconexos, ni una moda. Es una sinapsis generacional que conecta a jóvenes descontentos de diversas latitudes que enfrentan problemas estructurales similares: un mundo gobernado por élites corruptas, que les ofrece un futuro incierto y violento y una situación general de incertidumbre sobre el futuro.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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