Señales esquivas: las difusas líneas que traza Trump sobre Venezuela
Después de haber tenido una gestión muy agresiva contra el gobierno de Venezuela en su primera administración, es todavía una incógnita la política que el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, desarrollará en su segundo mandato.
En las diez semanas que lleva la transición en Washington, el magnate no termina de confirmar cuáles serán los temas prioritarios que posicionará en la relación entre ambos países y, de momento, solo ha enviado mensajes contradictorios.
Una vez acaecida la jura del presidente venezolano, Nicolás Maduro, para el periodo 2025-2031, hay un viraje de las miradas desde Miraflores hacia la Casa Blanca debido a las expectativas que genera la toma de posesión de Trump, que se llevará a cabo el 20 de enero.
Parca transición
Trump no ha privilegiado el tema Venezuela en términos políticos, sino solo como un factor de producción de migración, la principal preocupación durante su campaña.
En su camino a la Casa Blanca, el magnate fue repetitivo ofreciendo "deportaciones masivas", con el ojo puesto en migrantes de países como Venezuela y Haití. A comienzos de año, Trump también declaró que devolvería a personas en situación irregular procedentes del país suramericano, y afirmó que el gobierno de Maduro tendría que aceptarlos.
Venezuela no ha aparecido en la agenda ni en el repertorio discursivo de Trump desde que fue electo. Tampoco se ha referido de ninguna manera a su homólogo Maduro, contra quien enfiló baterías durante los cuatro años de su primera administración.
De resto, el tema Venezuela no ha aparecido en la agenda ni en el repertorio de Trump desde que fue electo. Tampoco se ha referido de ninguna manera a su homólogo Maduro, contra quien enfiló baterías durante los cuatro años de su primera administración.
El 9 de enero, después de un rumor sobre el supuesto apresamiento de la opositora María Corina Machado, que fue desmentido horas más tarde, Trump emitió un único mensaje en el que mencionó al excandidato venezolano Edmundo González Urrutia como "presidente electo". A Machado solo la calificó de "activista".
Trump solo se ha referido a Venezuela para aludir la cuestión la migración. Es curioso que ni siquiera la ubicara en el radar de las diatribas ideológicas o geopolíticas, al punto en que incluso ha evitado otorgar calificaciones o adjetivar a Caracas o al presidente venezolano.
Su omisión más importante ha sido no recibir a González durante la reciente visita que hizo a EE.UU., cuando se reunió con el presidente saliente, Joe Biden.
Es decir, las señales para saber si retomará la política de 'máxima presión' o entablará algún diálogo con Miraflores no son claras.
¿Una sombra de Marco Rubio?
El senador republicano Bernie Moreno, quien fue respaldado para su cargo por Trump, planteó que el Gobierno "trabajará con Maduro", debido a su interés por resolver el tema migratorio, la principal oferta electoral del próximo inquilino de la Casa Blanca.
El objetivo de esta jugada parece ser la posibilidad de contar con Venezuela como un destino importante y efectivo para las deportaciones masivas. Para ello, el republicano tendría que llegar a algún mínimo acuerdo con Miraflores.
Esta tesis de Moreno puede verse opacada por las nominaciones que ha hecho Trump, especialmente el de Marco Rubio como secretario de Estado y de Mauricio Claver-Carone como enviado para América Latina.
El objetivo de esta jugada parece ser la posibilidad de contar con Venezuela como un destino importante y efectivo para las deportaciones masivas. Para ello, el republicano tendría que llegar a algún mínimo acuerdo con Miraflores.
Las nominaciones son de perfiles que han llevado a cabo una agenda muy agresiva para América Latina, fundamentalmente sobre los gobiernos de Cuba y Venezuela.
Otro nombramiento sensible es el de Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional, quien ya se reunió con González el pasado 6 de enero y ha sido uno de los impulsores en el Congreso de la 'Ley Bolívar', una medida bipartidista que impide al gobierno de EE.UU. contratar empresas que desarrollen relaciones comerciales con Venezuela.
A pesar que no había opinado durante la reciente coyuntura, Rubio declaró el miércoles, en audiencia en el Senado para su confirmación del cargo, que el gobierno de Venezuela era una "organización de narcotráfico", una calificación habitual en su repertorio discursivo contra Caracas.
El problema es que ahora Rubio tendrá que ejecutar políticas reales y no apalancarse sobre demandas maximalistas de guerra sobre sus enemigos, con las que aglutinó un importante público elector en Florida. Pronto tendrá muchas preocupaciones en el mundo entero que lo llevarán a jerarquizar determinadas temáticas y a imbuirse en la lógica de Trump, un mando acostumbrado a remover indiscriminadamente hasta a su apoyo más cercano.
Ahora Rubio tendrá que ejecutar políticas reales y no apalancarse sobre demandas maximalistas de guerra sobre sus enemigos, con las que aglutinó un importante público elector en Florida.
Recordemos que Rubio ha sido contrincante interno de Trump en el Partido Republicano y, a la vez, es la cuota más alta que le ha cedido al partido, ya que nombró a J.D. Vance como fórmula vicepresidencial, quien es más cercano a la línea de su movimiento 'Make America Great Again ('Hacer América Grande de Nuevo)', simplificado en las siglas MAGA.
Otro nombramiento, el de Richard Grenell como representante presidencial para misiones especiales (entre las se que mencionó a Corea del Norte y Venezuela) lanza más bien una señal confusa.
Que Trump anuncie a un enviado para ambos países no denota necesariamente una subida de tensiones sobre Venezuela, sino que podría significar el giro hacia un escenario de diálogo. El magnate ha sido el primer y único presidente de EE.UU. que visitó Corea del Norte y estrechó la mano de su presidente, Kim Jong-un.
Es factible interpretar que el cargo de Grenell podría debilitar el peso omnipotente que tendrá Rubio, quien no va a quedar renegado pero sí tendrá que negociar sus posturas con alguien nombrado directamente por Trump.
Grenell ha tenido variados perfiles. Puede pensarse que es un 'trumpista' muy especial, ya que fue embajador en Alemania en la primera gestión del magnate.
Durante su estadía en Berlín, Grenell desarrolló una diplomacia muy explosiva, fungiendo como caja de resonancia para los discursos más 'antieuropeístas' de Trump, ganándose el odio de importantes medios alemanes, y de varios partidos, liberales y conservadores. También ha sido director interino de la inteligencia nacional y nadie podría ubicarlo en el campo de los moderados o tibios.
Sin embargo, ha tenido otros perfiles más dialogantes o menos intransigentes. Fue enviado presidencial para las negociaciones entre Serbia y Kosovo en 2020, y tuvo una larga misión en el consejo de seguridad de las Naciones Unidas. Además, se convirtió en 2012 en el primer portavoz republicano declarado abiertamente gay, lo que para el conservadurismo duro del partido fue decepcionante.
Grenell es un personaje complejo que puede cumplir diferentes roles y, posiblemente, uno de los más importantes sea convertirse en el portavoz o amplificador de lo que diga y haga Trump sobre Venezuela.
Disímiles respuestas
En un contexto todavía sin definiciones, sectores de derecha latinoamericana, representados por figuras como el expresidente colombiano Álvaro Uribe o el opositor venezolano Leopoldo López, han reactivado su pedido de intervención militar internacional contra Venezuela, y lo hacen a sabiendas que la 'era Trump' está por volver.
Los sectores más reaccionarios consideran que sus aliados en Washington pronto estarán tomando posición en lo alto de su estructura del Estado. Recordemos que Trump fue quien impuso las sanciones contra Venezuela e incluso planteó la posibilidad de una invasión militar al país suramericano.
Por su parte, Maduro ha bajado el tono hacia Trump. Las últimas semanas ha evitado mencionarlo y mucho menos adjetivarlo. A pocos días de la elección presidencial en EE.UU., Caracas envió algunas señales para reactivar unas nuevas relaciones.
No obstante, una reciente alusión sobre Puerto Rico por parte del presidente venezolano encendió las alarmas de sectores conservadores, incluyendo la gobernadora de la isla, Jenniffer González, que reclamó a la Casa Blanca una respuesta firme.
Lo más seguro es que el gabinete en Washington sufra debates internos sobre la línea a seguir en torno a Venezuela, pero la última palabra la tendrá Trump y se develará después de la toma de posesión. Quedan escasos días.
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