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China en la Segunda Guerra Mundial: lección (borrada) de la historia

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China en la Segunda Guerra Mundial: lección (borrada) de la historia

Parece que ciertos altos representantes del Norte Global necesitan urgentemente unas lecciones de historia y no hablamos de un par de funcionarios irrelevantes, sino nada más y nada menos que de Donald Trump y Kaja Kallas.Podría decirse que ambos dirigentes quedaron en 'shock' por la conmemoración en China del 80.° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y el desfile militar que coronó el evento en Pekín.

Por un lado, el presidente estadounidense reclamó que Xi Jinping debería agradecer expresamente a Washington por la –cito textualmente– "masiva cantidad de apoyo y 'sangre'" que EE.UU. habría aportado a China durante aquel conflicto. Pocos días después, sintiéndose ignorado por su homólogo chino, retomó la vieja fantasía hollywoodense de que USA habría sido el actor principal y definitivo en la derrota nazi.

Por su parte, la canciller de la Unión Europea se mostró desconcertada por el hecho de que Rusia y China sacaran tanto pecho por su rol en la derrota del fascismo en 1945, llegando a decir que eso de que ambas hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial era "algo nuevo" para ella. Kaja, que nunca se calla lo primero que le pasa por la cabeza, cerró sus reflexiones lamentándose de que hoy en día "la gente lee y recuerda la historia cada vez menos y menos". Y así es, empezando por ella misma.

Los hechos prevalecen

China y la Unión Soviética (con Rusia a la cabeza) fueron las naciones más sacrificadas a la hora de combatir a los respectivos fascismos que les tocaron 'en suerte': el surgido de Alemania y el llegado desde Japón.

El nivel de crueldad de Japón durante su invasión a China rivalizó y, en ocasiones, superó o incluso inspiró al de las huestes hitlerianas

Mientras los soviéticos sufrieron alrededor de 27 millones de muertes, los chinos perdieron entre 15 y 20 millones de vidas. Y como del caso soviético hay abundante material publicado en esta misma web, nos centraremos ahora en el caso chino.

En 1937, el Japón Imperial encabezado por el joven monarca Hirohito, invadió China a gran escala. De hecho, tropas japonesas ya habían invadido la región de Manchuria seis años antes. En aquellos años, el gigante asiático había vivido un conflicto interno entre nacionalistas y comunistas que los invasores aprovecharon en las cruciales primeras etapas para avanzar con relativa facilidad.

Casi peores que los nazis: La crueldad japonesa en su guerra contra China

Aunque es un asunto generalmente pasado por encimita en los grandes medios occidentales, el nivel de crueldad de Japón durante su invasión a China rivalizó y, en ocasiones, superó o incluso inspiró al de las huestes hitlerianas. No en vano, muchos de los peores crímenes cometidos por las tropas fieles a Hirohito se produjeron antes de la alianza entre el imperialismo japonés, el nazismo alemán y el fascismo italiano, que tuvo lugar en 1940. Por ejemplo, la masacre de Nankín, iniciada a finales de 1937, en la que durante tres meses entre 200.000 y 300.000 ciudadanos de la entonces capital china fueron masacrados, la mayoría sumariamente, por los invasores. Miles de mujeres, desde niñas pequeñas hasta ancianas, fueron violadas y ejecutadas para borrar las huellas de esos crímenes.

La Unión Soviética fue la primera potencia extranjera en suministrar armamento a China en grandes cantidades, apenas un mes después de la invasión japonesa, con las fuerzas nacionalistas y comunistas de la nación asiática sosteniendo un pacto de unidad temporal que les permitiera centrar sus esfuerzos en combatir al invasor. Tras dos años de sangrienta y heroica guerra de resistencia, los chinos lograron estabilizar los frentes y comenzar a desgastar al enemigo.

En 1941, los soviéticos tuvieron que interrumpir la ayuda a su vecino tras el empeoramiento de la situación en Europa y, sobre todo, la invasión relámpago nazi en su contra. Recién a finales de ese año, tras el ataque japonés contra Pearl Harbor, EE.UU. comenzó a enviar ayuda a China en cantidades significativas. Es decir, cuatro años y medio después de la invasión japonesa.

En su campaña aérea contra China, el Ejército Imperial japonés llevó a cabo bombardeos masivos e indiscriminados sobre áreas densamente pobladas, dejando cientos de miles de víctimas civiles en un tipo de ataque que se haría habitual en Europa poco después. Los invasores crearon además una extensa red de esclavitud sexual con las eufemísticamente llamadas "estaciones de confort" con la cínica excusa de que así violarían menos mujeres chinas descontroladamente, sino de forma 'legalizada'.

Tampoco faltó su lado mengueliano, con el agravante de que lo implementaron incluso antes que el tristemente famoso Josef Mengele: en el programa militar llamado Unidad 731, en territorio chino, militares japoneses realizaron experimentos en prisioneros de guerra y civiles chinos como vivisecciones y amputaciones sin anestesia, inoculación de peste bubónica, cólera, tifus, ántrax y disentería, congelación de miembros para provocar gangrenas, uso de lanzallamas o granadas para estudiar sus efectos, etc.

Esta locura homicida que, en algunos aspectos, hizo palidecer al nazismo, terminó gracias, sobre todo, a lo que en China se conoce como Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa.

Como colofón a esta historia, a pesar de la narrativa occidental, la rendición del Imperio japonés no se produjo exclusivamente a raíz de los bombardeos estadounidenses de Hiroshima y Nagasaki, en 1945, sino que esta tuvo lugar apenas tres semanas después de aquellos ataques nucleares. ¿Por qué? Por la entrada de tropas soviéticas en Manchuria, quienes en poco más de 20 días acabaron con lo que quedaba de los invasores japoneses a un alto costo: alrededor de 500 soldados soviéticos perdieron la vida cada día durante aquella breve, pero decisiva campaña.

Una impunidad decidida en Washington

Tras la rendición japonesa, EE.UU. garantizó la impunidad de varios actores clave en aquellos ocho años de continuos crímenes contra la humanidad. Hirohito fue presentado como un gobernante al que, pobrecito, engañaron sus militares (que lo consideraban una divinidad) y murió tranquilamente en el trono, casi medio siglo después.

Washington también perdonó a Shirō Ishii, el 'Mengele japonés' a cargo de la Unidad 731, a cambio de los resultados de sus experimentos obtenidos mediante tortura, resultados que militares estadounidenses calificaron como "tremendamente valiosos" por su aporte 'científico'. Murió a los 67 años regentando su propia clínica en Japón.

El hecho de que en Washington, Bruselas o Londres los ignoren la historia traten de distorsionarla no es por ignorancia, sino por interés. 

Como ven, quienes más hicieron por derrotar al nazismo y sus aliados en todo el mundo, pese a lo que digan los Donalds y Kajas de turno, fueron los pueblos soviético y chino y no son ellos quienes más deben agradecer o reconocer a otros, sino justo lo contrario.

Una verdad histórica a la vista de cualquiera que quiera indagar mínimamente al respecto: todos los datos aportados en este artículo son públicos y fácilmente accesibles, aunque escasamente destacados por la prensa hegemónica. El hecho de que en Washington, Bruselas o Londres los ignoren y traten de distorsionar para darles la vuelta, no es por ignorancia, sino por interés. 

Y es que la historia no la escriben siempre los vencedores y no faltan quienes creen que reescribiéndola lograrán vencer.

El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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