Cuando un nanosegundo en el Metaverso equivalga a seis segundos de realidad
"Que sepas que me da igual que hayan sido seis segundos o un nanosegundo en el Metaverso, como esto sea verdad, esto se acaba", le soltó a bocajarro la ultracatólica Tamara Falcó al que todavía era su pareja y prometido, el picaflor(eros) Íñigo Onieva. Su cara —como la de casi cualquiera en su lugar— debió ser un poema y su centro cerebral, una oficina próxima al colapso —¿un nanosegundo en el Metaverso? Pero ¿qué dice?—: "Houston, tenemos un problema". ¿Solo uno?
No es que yo siga el camino de baldosas rosas, pero ni siendo uno de los protagonistas de 'No me chilles que no te veo' podría haber quedado al margen de semejante terremoto mediático. Una duquesa engañada casi en tiempo real fue demasiado para unos medios de comunicación que no trabajan para la información, sino para la desinformación —la distracción rosa es un elemento clave en ella—. Y, justo, casualidades de la vida, estábamos cerca de cantar su primer 'Cumpleaños Feliz' al Metaverso, el último gran proyecto de Mark Zuckerberg, anunciado a bombo y platillo hace un año. Pero ¿qué ha sido del Metaverso? ¿conseguirá algún día que un nanosegundo equivalga a seis segundos en la realidad o, al menos, a otro nanosegundo en la realidad?
De momento, no parece muy claro. De hecho, en la explicación posterior de Tamara Falcó al respecto del famoso "nanosegundo en el Metaverso", porque, claro, tenía que explicarlo en prime time, aseveró a millones de personas que permanecían en un sinvivir que no sabía lo que era: "Encima no sé lo que es el Metaverso, solo sabía que nano era algo muy pequeño". Es normal, ella, como buena ultraderechista, de lo que realmente entiende es de desviaciones. Y no matemáticas, precisamente.
Qué es el Metaverso
La primera pregunta que el común de los mortales nos hacemos sobre el Metaverso no parece muy reconfortante para el proyecto: ¿eso qué es?
La teoría expone que el Metaverso es un mundo virtual al que las personas se podrán conectar de tal forma que, con una serie de herramientas, como gafas de realidad virtual, sensores o trajes, podrán ser, sentir y hacer como si estuvieran dentro de ese mundo mediante un avatar de creación libre. Incluso las expresiones faciales del avatar podrán ser reproducidas. Un mundo virtual que no será una fantasía, como ocurre en los videojuegos, sino que sustituirá a la realidad y en el que se podrá hacer todo aquello que hacemos hoy en día, pero sin salir de nuestros hogares: acudir a un concierto o un evento deportivo, probar ropa o comprarla, trabajar, relacionarnos… El sueño de los que no querrían salir de la cama ni por todo el oro del mundo, pero también de los que quieren ser, dejar de ser o ser diferentes. Porque el Metaverso no solo va de hacer o sentir, también de ser. Una auténtica revolución.
Aunque el concepto no es tan reciente como se podría pensar —pueden ver la película del año 2009 dirigida por Jonathan Mostow y protagonizada por Bruce Willis y Rosamund Pike, titulada 'Surrogates', o 'Los sustitutos' en España—, ha recibido un impulso enorme desde que, hace un año, fuera anunciado por Facebook, que acaba de redoblar la apuesta tras comunicar una alianza con Microsoft, lo que permitirá que el Metaverso llegue a los navegadores. Además, también ha establecido alianzas con Accenture, Universal o Dreamworks y, en los próximos días, lanzarán Meta Quest Pro, unas gafas de realidad mixta que pueden suponer un punto de inflexión en el desarrollo del Metaverso. Estas gafas, que costarán 1.799 euros, permitirán la integración de objetos virtuales tridimensionales en el entorno real, como una megapantalla con la que las pantallas tradicionales no podrán competir. 'Minority Report' pasará —o pasaría, mejor dicho— de ser un inquietante futuro a prehistoria, al menos en lo tecnológico.
Apuesta de futuro
Sin embargo, aunque es difícil saber si el Metaverso será una apuesta de futuro viable, al menos en los plazos previstos —de diez a quince años—, o si se trata de uno de tantos proyectos fallidos, su origen parece mucho más claro. Nace de una poderosa razón: la supervivencia —la desesperación por la supervivencia—. Tiene su lógica que una empresa sin futuro, como Facebook, sea la que esté apostando por el futuro. Y es que la mayor red social del mundo, con más de 2.000 millones de usuarios, se ha quedado obsoleta. Ya no engancha a los jóvenes.
Tal es así que este año, por primera vez en su historia, ha anunciado que, en lugar de ganar usuarios, los ha perdido. Y no es una cuestión puntual, la tendencia era evidente en los últimos años, en los que su expansión en países en los que todavía no se había desarrollado permitió ocultar la terrible realidad que conocen en el seno de la empresa y en el mundo de la tecnología: Facebook, la red que revolucionó el mundo hace dos décadas, ha envejecido tanto como el grueso de sus usuarios. Por ello, Metaverso es el desesperado intento de una empresa histórica de no pasar a la historia.
La apuesta de Facebook es clara: quiere ser el primero en proyectar el Metaverso porque entiende que, de ser el primero, podrá gestionar la red y obtener una buena parte de los beneficios. Y, aunque en puridad no sea el primero, pues ya existen empresas que han desarrollado sus propios metaversos —Roblox, Fortnite…—, si consiguiera llevar su concepción de Metaverso global e integrador a miles de millones de personas, Zuckerberg —Facebook y Estados Unidos— tendrían el poder. El poder de organizar un Cambridge Analytica y manipular las elecciones; el poder de saber lo que deseamos; el poder de predecir lo que querremos; y el poder para poder influir en ello. La importancia del asunto excede con mucho a la necesidad imperiosa de supervivencia de la empresa de Zuckerberg, por lo que no está solo en la carrera de dominar la próxima generación. Google, Apple, Epic Games o Nvidia también compiten por el control o, al menos, por su parte del pastel.
Si un nanosegundo en el Metaverso llegara a equivaler seis segundos de la realidad, Tamara Falcó se convertirá por derecho propio en el Nostradamus del siglo XXI sin escribir ni un solo libro, quizás sin leerlo, y sin saber ni siquiera de lo que habla. Lo que han cambiado las cosas; pero si un nanosegundo en el Metaverso llegara a equivaler a otro nanosegundo en la realidad en los próximos diez o quince años, Facebook, el resto de los gigantes tecnológicos norteamericanos y Estados Unidos serán, con casi toda probabilidad, los dueños de ese presente. He ahí la importancia del nanosegundo y el Metaverso para la duquesa engañada, su exnovio y los millones de hipnotizados espectadores.
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