EE. UU. compró armas con dinero público que acabaron en manos de narcos mexicanos
El Gobierno de EE. UU. utilizaba el dinero de los contribuyentes para la adquisición de armas semiautomáticas que posteriormente fueron vendidas a la delincuencia organizada de México. Se trata de la fallida operación en la frontera con México contra el crimen organizado conocida como 'Rápido y Furioso'.
Como revela una cadena norteamericana, estos hechos se hacían por orden directa del mismo ministro de Justicia estadounidense.
Esta declaración podría socavar las anteriores declaraciones del Departamento de Defensa de EE. UU. sobre que en el marco del fallido operativo 'Rápido y Furioso', los agentes "perdieron la pista" del paradero de las armas. Sin embargo, unos documentos recientemente publicados revelan que las armas se compraban con el dinero de los contribuyentes y se entregaban a los vendedores ilegales de armas mexicanos.
Se indica que un agente norteamericano habría ordenado la adquisición de seis armas, efectuada en Arizona. Tras la compra este hombre vendió las armas a compradores ilegales, mientras otros agentes observaban la transacción.
Anteriormente el operativo fue calificado como un "error garrafal" por Felipe Calderón, que considera que esto facilitó el ingreso de armas a México en vez de rastrear a los criminales del país.
Lauren Páverman, investigadora del Consejo sobre Asuntos Hemisféricos, considera que EE. UU. no lo notificó al Gobierno mexicano por motivos de seguridad.
"Durante esta operación los funcionarios de la agencia de alcohol, tabaco y armas dejaron entrar en México miles de pistolas y armas con el propósito de localizar los principales traficantes de armas. Sin embargo, esta operación encubierta no se llevó a cabo porque las armas desaparecieron. La razón por la que EE. UU. no lo notificó al Gobierno de México es porque a veces se ve como un riesgo revelar mucha información sobre cuestiones de seguridad", opina Lauren Páverman.
La operación encubierta 'Rápido y Furioso' permitió el contrabando de unas 2.000 armas a México entre 2009 y 2010, con el fin de rastrear a los compradores presuntamente relacionados con los cárteles del narcotráfico. Sin embargo, las autoridades estadounidenses perdieron el rastro a esas armas y un importante número de ellas han aparecido en escenas de delitos en México.