
Poeta, periodista y revolucionario: tras las huellas del inmortal José Martí

En Cuba, el nombre de José Martí evoca la patria, la lucha por lo que parece imposible sin un sacrificio inmenso: la libertad. Nacido en La Habana el 28 de enero de 1853, del matrimonio entre los españoles Marino Martí y Leonor Pérez y Cabrera, tuvo una intensa vida centrada desde muy corta edad en liberar a su patria del yugo español, que aunque para entonces era un imperio en decadencia, aún conservaba para sí el dominio de la mayor de las antillas, Puerto Rico, y de las Filipinas.
José fue un niño precoz. En 1865 ingresó a la Escuela Superior Municipal y en 1868, tras el inicio de la Guerra de los 10 años –la primera de las tres guerras de independencia–, publicó la gacetilla El Diablo Cojuelo. A esto le siguió la revista Patria Libre, donde vio luz uno de sus más célebres escritos: 'Abdala'. Tenía solo 15 años.

Su palabra incomodaba. Por eso, aunque era un adolescente, en 1869 las instituciones coloniales lo juzgaron y condenaron a seis años de prisión con trabajos forzados. Sus padres negociaron con las autoridades y se le conmutó la pena por un destierro a la metrópoli, en razón de su mal estado de salud. Allí se instaló y cursó estudios de Derecho y Filosofía y Letras en las universidades de Madrid y Zaragoza, respectivamente.
Nuestra América
El exilio forzado al suelo del opresor no causó el efecto deseado; antes bien, le abrió los horizontes al joven revolucionario, que en 1875 recaló por primera vez en México, donde ya vivía su familia. Allí pasó estrecheces económicas, pero consiguió la protección del abogado mexicano Manuel Antonio Mercado, quien devendría en uno de sus más cercanos amigos y confidentes.
Sin perder de vista que la independencia cubana era un objetivo fundamental por el que habría que trabajar muy duro, Martí comprendió que Latinoamérica estaba atravesada por un cúmulo de problemas comunes que requerían de un esfuerzo conjunto para ser superados. Al mismo tiempo, reparó en la creciente agresividad de EE.UU. para con la región y en el rol que, de más en más, estaba jugando la creciente potencia en exacerbarlos y en fomentar las divisiones entre los países que otrora habían sido colonia española.
Así las cosas, defendió la necesidad de crear una identidad regional que pudiera hacerle frente a la arremetida estadounidense, en la que había identificado –como luego demostró la historia– la principal amenaza para las naciones latinoamericanas.

Sus reflexiones tomaron una forma más acabada algunos años después, en 1891, cuando publicó el ensayo 'Nuestra América' y ya residía en EE.UU., país en el que vivió por década y media con escasas interrupciones.
"Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos", abogaba, abrazando el ideal de otro grande del continente, Simón Bolívar, quien fue el primero en poner sobre la mesa la necesidad de la integración como medida de protección frente a las potencias europeas.
"Viví en el monstruo y le conozco las entrañas", reza una frase que le escribiera en una carta a Manuel Mercado. La palabra, aunque dura, pronosticaba con clarividencia lo que habrían de sufrir los pueblos latinoamericanos y caribeños si caían bajo las garras del águila norteamericana, que ya empezaba a levantar vuelo.
Actividad frenética
Durante un breve tiempo, el territorio mexicano le sirvió a Martí como base de operaciones. En 1877 partió a Guatemala, aunque volvió ese mismo año para casarse con Carmen Zayas Bazán, la hija de un abogado cubano. Al poco se fue nuevamente a Guatemala y de allí a Honduras. En un giro de tuerca, las autoridades de su país lo amnistiaron y pudo regresar a Cuba al año siguiente, luego de una década de ausencia.
Empero, las cosas no serían fáciles para él. Pese a que había obtenido títulos certificados por la corona, se le prohibió ejercer la abogacía y la docencia. Era considerado peligroso y, de nuevo, tuvo que plantarle cara al destierro.
Eligió como destino la ciudad de Nueva York, para entonces una urbe en plena expansión y donde las ideas liberales tenían cabida. Ya en México había experimentado como periodista, con publicaciones en los diarios El Socialista y El Federalista, y en los años subsiguientes sus escritos se dieron a conocer en otros lugares del continente a través de medios como La Nación (Argentina), La Opinión (Venezuela) y El Partido Liberal (México).
Además, el exilio neoyorquino le dio a Martí la posibilidad de desplegar una frenética actividad literaria. De ese tiempo data su mayor producción, con obras como 'Ismaelillo' (1882), 'Versos libres' (1882), 'Versos sencillos' (1891), 'La edad de oro' (1878-1882), 'Flores del destierro' (1878-1895) y 'Nuestra América' (1891). La calidad de su pluma le ha hecho merecedor de numerosos reconocimientos entre académicos y especialistas, quienes no dudan en calificarlo como un precursor del modernismo literario en América Latina.
A principios de 1881, Martí interrumpió su estancia en la Gran Manzana rumbo a Venezuela, donde desembarcó el 30 de enero de 1881. En su breve paso por el país bolivariano, fundó la Revista Venezolana, escribió en los periódicos y publicó un ensayo político que enardeció al presidente de entonces, Antonio Guzmán Blanco, quien lo forzó a volver a EE.UU. en 1882.

De regreso a tierras estadounidenses, se involucró activamente con otros exiliados, con quienes gestó de a poco, pero sin pausas, el levantamiento decisivo que pondría fin al gobierno colonial sobre su patria. En el ínterin, ejerció como cónsul de Uruguay en Nueva York durante cinco años (1887-1892), una experiencia que sería considerada valiosa a efectos de conseguir apoyos para su movimiento.
En 1892 redactó las bases y los estatutos del Partido Revolucionario Cubano, y en abril de ese año fundó el periódico Patria, órgano oficial de la entidad política y medio de difusión de las ideas independentistas.
La eternidad
Dos años más tarde, se habían establecido las coordinaciones necesarias para iniciar la última guerra de independencia. A la postre, Martí estaría al frente del ala civil de la insurrección, mientras que el general Antonio Maceo coordinaría las acciones militares.
Ese mismo 1894, cuando ya estaba en marcha una revuelta preindependentista, el apóstol cubano visitó México por última vez. En ese país usó sus dotes como diplomático para conseguir apoyo económico para la independencia, y de allí viajó a República Dominicana para reunirse con el veterano independentista Máximo Gómez. Juntos escribieron el 'Manifiesto de Montecristi', donde se recogen los planes para una nueva guerra contra España, esta vez definitiva.

Gómez y Martí desembarcaron en Cuba en 1895, donde se reunieron con Maceo para, sobre la base de la Constitución que aprobara la Asamblea Constituyente reunida en la ciudad de Camagüey, proclamar la República en Armas. Esencialmente, los revolucionarios planteaban una Cuba libre de todo dominio, en la que primara la igualdad de todas las clases sociales.
José Martí cayó herido de muerte por tres disparos en la localidad de Dos Ríos el 19 de mayo de 1895. No logró ver a Cuba liberada, pero su lucha denodada por la independencia hace que, sin discusión, se le considere el máximo héroe nacional.
Su impronta ha trascendido su tiempo y su obra se sigue estudiando con profusión en escuelas y universidades de toda la región, pues es la encarnación del intelectual comprometido con las grandes y nobles causas de la humanidad.
Martí fue inspiración para los revolucionarios del Movimiento 26 de julio, que con Fidel Castro a la cabeza, finalmente cortaron las cadenas de la isla con el gigante estadounidense y consolidaron una Cuba donde, a despecho de sus detractores, no hay clases sociales expoliadas por poder alguno, como planteaba la Constitución de 1895; la Cuba que, en medio de un feroz embargo, no ha dejado de resistir y produjo una vacuna contra el covid-19, llamada 'Abdala' para honrar a su figura más grande.
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