El 'efecto espectador' es un fenómeno, así llamado en la psicología social, según el cual cuanto mayor sea el número de personas presentes en una situación de emergencia o necesidad para algún otro, menor es la probabilidad de que alguno intervenga para ayudar.
El surgimiento del término está vinculado históricamente al caso del asesinato de Catherine Susan 'Kitty' Genovese en 1964, en Nueva York. Según las primeras versiones periodísticas, 37 testigos presenciaron o escucharon sus gritos sin intervenir ni llamar a la policía hasta que ya fue demasiado tarde.
El asesinato de 'Kitty' Genovese
El incidente ocurrió cuando Genovese llegaba a su casa, de madrugada, luego de un turno nocturno en el bar donde trabajaba. Tras estacionar su auto, un hombre, identificado como Winston Moseley, que la había seguido hasta allí en otro coche, se acercó con un cuchillo en la mano, y cuando ella intentó correr, él rápidamente la alcanzó y la apuñaló dos veces por la espalda.

Eran las tres de la mañana, la zona estaba completamente desolada, y 'Kitty' gritó hasta despertar a varios de sus vecinos, entre ellos Robert Mozer, quien vio la agresión y gritó: "¡Dejen a esa chica en paz!". Ante sus gritos, Moseley huyó rápidamente del lugar y regresó a su coche, por temor a ser identificado.
Genovese se puso de pie e intentó llegar a la entrada de su edificio. No había sufrido heridas mortales, pero allí se desplomó, aunque siguió consciente. Moseley, que había huido en su coche, regresó a los 10 minutos y tras hallarla tirada en el piso, apenas consciente y fuera de la vista de nadie, la apuñaló repetidamente para luego violarla y finalmente robarle 49 dólares.
Posteriormente, 'Kitty' fue hallada por Sophia Farrar, una amiga cercana, quien la sostuvo en sus brazos hasta que llegó una ambulancia, en donde falleció antes de llegar al hospital. El agresor fue arrestado seis días después.
El efecto espectador
El incidente no llamó la atención de los medios, hasta que dos semanas después The New York Times publicó un artículo titulado "37 que vieron un asesinato, no llamaron a la policía", que fue noticia en todo el país y desató un debate sobre la intervención de eventuales espectadores.

La versión inicial del suceso afirmaba que nadie la ayudó mientras era atacada, lo que se prolongó por aproximadamente 30 minutos. Sin embargo, más tarde, investigaciones académicas revisaron y matizaron numerosos detalles y afirmaron que múltiples testigos podrían no haber percibido la gravedad del suceso. Algunos dijeron haber llamado a la policía o a amigos que a su vez llamaron a la policía; sin embargo, los registros de las autoridades no eran claros.
Esta narrativa captó la atención pública y motivó a dos psicólogos sociales, John Darley y Bibb Latané, a investigar por qué tantas personas no actuaron. En sus experimentos, demostraron que la presencia de otros observadores reduce la probabilidad de intervención de cada individuo.

Desde entonces, la literatura ha ampliado la comprensión del efecto espectador: se ha vinculado a factores de personalidad, mecanismos neuronales del estrés y la empatía, y variables situacionales como la claridad de la emergencia y las relaciones entre los presentes. Algunos estudios recientes sugieren que cuanto más ambiguo es el contexto o cuanto más desconocidos entre sí son los espectadores, más probable es que se inhiba la ayuda. También se han aplicado modelos como el "dilema del voluntario" para teorizar que los individuos pueden posponer la acción esperando que otro lo haga, es decir, un tipo de "aprovechamiento de los demás".
Adicionalmente, en contextos tanto reales como de laboratorio, se han identificado mecanismos subyacentes como la difusión de responsabilidad, la inhibición por evaluación social y la ignorancia pluralista, que es cuando los individuos interpretan que la falta de reacción de los demás indica que no hay urgencia.